HOY 28 DE MAYO SE CELEBRA
Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer.
( El año 1987, es decir, hace poco menos de dos décadas, el movimiento por la salud de las mujeres y feminista decidió instaurar un día de acción mundial para construir conciencia acerca de un drama humano, social y sanitario: la mortalidad y morbilidad maternas. Entonces morían cerca de 500 mil mujeres por causas ligadas al embarazo, parto y puerperio, y por complicaciones de abortos clandestinos e inseguros, mientras que miles más quedaban con secuelas. Aquella cifra probablemente era más alta, tomando en cuenta las dificultades de contar con registros técnicos confiables. La fecha acordada fue el 28 de Mayo, y en ese marco se dio inicio a una campaña que convocó a miles de organizaciones de mujeres en todo el mundo para desarrollar acciones de denuncia respecto de las causas de las muertes maternas, la mayor parte evitables con intervenciones y procedimientos sencillos y de bajo costo, y también con la puesta en vigor de leyes que permitiesen el aborto seguro y legal.)
La Red de Salud, que coordinó dicha campaña histórica junto con la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Reproductivos, permanentemente ha mantenido un enfoque prioritario sobre Mortalidad Materna en todas sus líneas y programas de acción. Sin embargo, en los últimos años decidió repolitizar esta problemática a través de sus campañas de activismo, enfatizando un enfoque en derechos humanos y justicia social. En este sentido, las estadísticas mundiales demuestran que el 99% de las muertes maternas corresponden a mujeres de países en desarrollo, cuyo riesgo de morir por causas maternas es desproporcionadamente alto en comparación con mujeres de naciones industrializadas.
Por otra parte, también es evidente que el panorama no ha variado sustancialmente desde 1987 cuando fuera instaurado el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres. De hecho, las cifras de muertes maternas son similares e incluso en algunas regiones, donde la pobreza, las epidemias y los conflictos bélicos asolan a la población, las tasas se han incrementado. Efectivamente, el contexto político global y los modelos económicos neoliberales no han hecho sino exacerbar las condiciones de privación y exclusión que afectan a grandes sectores de la población mundial, siendo las mujeres la mayoría de las personas pobres y de pobreza extrema.
Lo que sin duda empeora sus indicadores de salud, entre ellos, los referidos a la salud sexual y reproductiva. Casos emblemáticos son los países africanos y del sudeste asiático, entre otros, donde el acceso oportuno a servicios de salud de buena calidad está severamente restringido. Sin embargo, nuestra región latinoamericana y caribeña no está ausente de este fenómeno.
Por otra parte, el aborto inseguro continúa figurando como una de las principales causas de muertes maternas, situación que se vincula con la existencia de leyes punitivas que no logran, sin embargo, disuadir a las mujeres que acuden a estos procedimientos clandestinos con grave riesgo de sus vidas y amenazas concretas a su libertad personal. De hecho, todos los años se realizan alrededor de 19 millones de abortos inseguros en todo el mundo, con la consecuencia directa de 68.000 mujeres muertas (UNFPA, 2005) por complicaciones de estos procedimientos los que, realizados en condiciones higiénicas y con profesionales entrenados, implican mínimos riesgos.
Es evidente que el recrudecimiento de los ataques fundamentalistas religiosos y de administraciones políticas conservadoras como la de George W. Bush en Estados Unidos, han sido obstáculos para una mayor liberalización de las leyes respectivas. Paralelamente, el surgimiento desde la década de los años 80 de la epidemia del VIH/SIDA, es otro factor que se vincula inextricablemente a la salud materna. Sin embargo, en la mayor parte de las regiones las políticas públicas relacionadas con la atención de esta emergencia sanitaria postergaron peligrosamente un enfoque en las mujeres, quienes durante largos años se consideraron al margen de un posible contagio.
Hoy, no obstante, se comprueba que de los 40 millones de personas que viven con el VIH/SIDA, cerca de la mitad son de sexo femenino (UNFPA, 2005), la mayor parte de ellas en edad reproductiva. La violencia sexual, la subordinación, discriminación y falta de poder para decidir en cuestiones sexuales y reproductivas, son factores que agravan la condición de las mujeres respecto del SIDA. Todos estos fenómenos que configuran y acompañan la realidad de la Mortalidad Materna en el mundo, han sido abordados prioritariamente tanto por instrumentos jurídicos internacionales y programas de acción de las conferencias de Naciones Unidas –como es el caso de la Conferencia de El Cairo y de Beijing- como por los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
En todos ellos se sostiene que las muertes maternas son el más claro signo de la desigualdad e inequidad que afectan a las mujeres, quienes están privadas del ejercicio de una ciudadanía plena.
Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer.
( El año 1987, es decir, hace poco menos de dos décadas, el movimiento por la salud de las mujeres y feminista decidió instaurar un día de acción mundial para construir conciencia acerca de un drama humano, social y sanitario: la mortalidad y morbilidad maternas. Entonces morían cerca de 500 mil mujeres por causas ligadas al embarazo, parto y puerperio, y por complicaciones de abortos clandestinos e inseguros, mientras que miles más quedaban con secuelas. Aquella cifra probablemente era más alta, tomando en cuenta las dificultades de contar con registros técnicos confiables. La fecha acordada fue el 28 de Mayo, y en ese marco se dio inicio a una campaña que convocó a miles de organizaciones de mujeres en todo el mundo para desarrollar acciones de denuncia respecto de las causas de las muertes maternas, la mayor parte evitables con intervenciones y procedimientos sencillos y de bajo costo, y también con la puesta en vigor de leyes que permitiesen el aborto seguro y legal.)
La Red de Salud, que coordinó dicha campaña histórica junto con la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Reproductivos, permanentemente ha mantenido un enfoque prioritario sobre Mortalidad Materna en todas sus líneas y programas de acción. Sin embargo, en los últimos años decidió repolitizar esta problemática a través de sus campañas de activismo, enfatizando un enfoque en derechos humanos y justicia social. En este sentido, las estadísticas mundiales demuestran que el 99% de las muertes maternas corresponden a mujeres de países en desarrollo, cuyo riesgo de morir por causas maternas es desproporcionadamente alto en comparación con mujeres de naciones industrializadas.
Por otra parte, también es evidente que el panorama no ha variado sustancialmente desde 1987 cuando fuera instaurado el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres. De hecho, las cifras de muertes maternas son similares e incluso en algunas regiones, donde la pobreza, las epidemias y los conflictos bélicos asolan a la población, las tasas se han incrementado. Efectivamente, el contexto político global y los modelos económicos neoliberales no han hecho sino exacerbar las condiciones de privación y exclusión que afectan a grandes sectores de la población mundial, siendo las mujeres la mayoría de las personas pobres y de pobreza extrema.
Lo que sin duda empeora sus indicadores de salud, entre ellos, los referidos a la salud sexual y reproductiva. Casos emblemáticos son los países africanos y del sudeste asiático, entre otros, donde el acceso oportuno a servicios de salud de buena calidad está severamente restringido. Sin embargo, nuestra región latinoamericana y caribeña no está ausente de este fenómeno.
Es evidente que el recrudecimiento de los ataques fundamentalistas religiosos y de administraciones políticas conservadoras como la de George W. Bush en Estados Unidos, han sido obstáculos para una mayor liberalización de las leyes respectivas. Paralelamente, el surgimiento desde la década de los años 80 de la epidemia del VIH/SIDA, es otro factor que se vincula inextricablemente a la salud materna. Sin embargo, en la mayor parte de las regiones las políticas públicas relacionadas con la atención de esta emergencia sanitaria postergaron peligrosamente un enfoque en las mujeres, quienes durante largos años se consideraron al margen de un posible contagio.
Hoy, no obstante, se comprueba que de los 40 millones de personas que viven con el VIH/SIDA, cerca de la mitad son de sexo femenino (UNFPA, 2005), la mayor parte de ellas en edad reproductiva. La violencia sexual, la subordinación, discriminación y falta de poder para decidir en cuestiones sexuales y reproductivas, son factores que agravan la condición de las mujeres respecto del SIDA. Todos estos fenómenos que configuran y acompañan la realidad de la Mortalidad Materna en el mundo, han sido abordados prioritariamente tanto por instrumentos jurídicos internacionales y programas de acción de las conferencias de Naciones Unidas –como es el caso de la Conferencia de El Cairo y de Beijing- como por los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
En todos ellos se sostiene que las muertes maternas son el más claro signo de la desigualdad e inequidad que afectan a las mujeres, quienes están privadas del ejercicio de una ciudadanía plena.