Beato Juan Dominici, arzobispo
(En la ciudad de Buda, en Hungría, tránsito del beato Juan Dominici, obispo de Ragusa, que, después de la peste negra, restauró la observancia regular en los conventos de la Orden de Predicadores, y luego, enviado a Bohemia y Hungría para contener la predicación de Juan Hus, le sorprendió la muerte.)
(“Fue un muchacho recto en todas sus cosas, franco y sin malicia en cosa alguna”.
Testimonio de sus hermanos.
“Trabajó una tienda de confecciones llamada La Primavera, estaba encargado de la venta al público, del control de las prendas que se entregaban a las costureras para la confección y del adorno de los escaparates”.)
Testimonio de su hermano Alfonso
“Durante la larga y grave enfermedad que afligió al dueño de La Primavera, don Juan Silbert, Leonardo estuvo a su lado asistiéndole hasta que murió”.
Testimonio de su hermano Alfonso
“El todavía joven Leonardo estuvo buscando novia y tuvo una con la que quiso contraer matrimonio pero los familiares de la novia no lo permitieron”.
Testimonio de su hermano Alfonso
También Leonardo “estimaba en grande la vocación religiosa y se hubiera ido de religioso si no hubiera habido dificultades de familia pues hubo que quedarse aquí para sostenerla, como hizo hasta su muerte”.
(Acompañó y sostuvo a sus dos hermanas solteras).
Testimonio de su hermano Alfonso
“Era poco lo que ganaba pero me entregaba todo su dinero y creo que ayudaba con frecuencia a los seminaristas, porque el padre Ayala me lo platicó, a las Religiosas Capuchinas, a las Siervas del Sagrado Corazón y de los Pobres, a las Mínimas de María Inmaculada”.
Testimonio de su hermana Guadalupe
“La devoción a la Santísima Virgen la tuvo y ello me consta, ya que en cuatro o cinco años anteriores a su muerte se había dedicado enteramente a las devociones de mi templo, siendo el alma de la organización de muchas cosas, pues yo me descargaba en él”.
Sr. Cura Miguel Enríquez
“En el rancho teníamos oratorio y recuerdo que en sus 19 años su gusto era celebrar las fiestas principalmente la de la Purísima Concepción y el mes de María”.
Testimonio de su hermana Guadalupe
“Era aficionadísimo a todo lo de la iglesia: sacramentos, fiestas, ornato de altares, que por tener que arreglar los aparadores de La Primavera, sabía hacer maravillas en aquellos”.
Testimonio de su hermano Alfonso
“… algunas veces, hablando de algunos jóvenes que había sido fusilados en esta ciudad por la buena causa, me dijo (Leonardo) que él los envidiaba y que hubiera querido ser alguno de ellos, no porque tuviera valor, sino porque confiaba que el Señor le daría fuerzas para ello”.
Srita. Jovita Alba.
“Lo primero que hicieron (los soldados) fue llevarnos al oratorio; todavía estaba allí el señor Leonardo.
Luego le dijeron que era cura, que iba a celebrar la misa. Lo esculcaron y le sacaron no más que su rosario, y luego nos sentaron en la sala a los tres y empezaron a recorrer todo”.
Una testigo que se encontraba en la casa de las hermanas Alba.
“Al tomarlo uno de los de la guardia del brazo, abrió los ojos, pues él estaba dando gracias, pues hacía momentos había recibido la sagrada comunión; pero permanecía absorto en su meditación; al tomarlo le dijeron si él también era sacerdote; contestó: ‘Yo no soy sacerdote, pero sí soy católico, apostólico y romano”.
Una testigo
“Entonces mi hermano (Manuel) fue a donde trabajaba Leonardo y al volver con unas tarjetas de La Primavera donde trabajaba Leonardo, el general Sánchez se negó a hablarle, alegando que estaba desvelado y que al día siguiente lo recibiría”. (Leonardo fue apresado porque creían que era sacerdote, pero no aceptaron la prueba de que no lo era).
Guadalupe Pérez, hermana de Leonardo
“Recuerdo que en el camino (iban prisioneros en el tren) Leonardo me dijo cuando íbamos a llegar a la estación de Santa María: ‘¿Si nos sueltan aquí vamos a visitar a Nuestra Señora de San Juan?’.
A lo que yo respondí que sí. Después, al llegar a Encarnación me hizo la misma invitación para visitar al Señor de la Misericordia”
José Santiago Romo, compañero de detención de los Mártires
“Al pasar por la estación de Los Salas, cerca de un lugar donde había ocurrido un descarrilamiento, se paró el tren. Bajó el padre Solá y Leonardo Pérez, el oficial observa y dice: ‘Falta uno’; y luego hacen bajar al padre Rangel. Yo me asomé a la puerta del carro, por donde los llevaban y vi que Leonardo me hizo una seña de inteligencia que no comprendí.
Observé en esos momentos que una sonrisa asomaba a sus labios”.
José Santiago Romo, compañero de detención de los Mártires
“Me consta que murieron fusilados […] Además vi que los soldados después de haberlos fusilado volvían con sus sacos, y poniéndoselos se reían y mofaban profiriendo palabras indecorosas”.
Salvador Oñate, compañero de detención de los Mártires
“Con la mirada seguí al grupo que se apartó diagonalmente del carro y cuando hubo caminado unos cincuenta o sesenta metros vi que los soldados formaron fila hiriéndoles por la espalada (a los padres Solá, Rangel y al Sr. Larios)…
oí los tiros de gracia, pero no oí nada de lo que pudieron haber dicho los fusilados a causa de la distancia”.
José Santiago Romo, compañero de detención de los Mártires
(Nació el 7 de octubre de 1895 en la masía conocida con el nombre de Can Vilarrasa, situada en el municipio de Taradell, parroquia de Santa Eugenia de Berga, provincia de Barcelona, diócesis de Vich, España. Fue el tercer hijo de una familia numerosa compuesta de once hermanos y los padres, que eran agricultores.
Al escuchar la predicación de un misionero claretiano en el pueblo de Sentforas, él y su hermano Santiago sintieron la vocación religiosa y entraron en el seminario que los misioneros tenían en Vich. Recibió la ordenación sacerdotal el 23 de septiembre de 1922 en la capilla del palacio episcopal de Segovia, España. Durante un año estuvo preparándose para el ministerio de la predicación en Aranda de Duero. )
Terminado el curso de preparación recibió su destino, México, llegando junto con otros cinco claretianos a Veracruz el 20 de agosto de 1923. Ocho días más tarde llegó a la capital y visitó el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, poniendo bajo su protección su ministerio sacerdotal. En México desempeñó diversos oficios.
En diciembre de 1924 recibió, junto con sus hermanos de comunidad de León, la noticia de las leyes anticatólicas y anticlericales del presidente Calles, optando por refugiarse en una casa amiga, la de las hermanas Josefina y Jovita Alba, para evitar la expulsión del país.
En marzo de 1927, al arreciar la persecución religiosa, obedeciendo al superior local, p. Fernando Santesteban, dejó León y se marchó a México, D.F., donde estuvo unos cuantos días, regresando con el permiso del superior provincial para residir en León y ejercer allí su ministerio misionero. A los pocos días de haber llegado, el 23 de abril el superior de la comunidad le entregó una carta en la que le comunicaba la existencia de una orden de detención contra él y le invitaba a suspender toda actividad, a huir o a esconderse, y a cambiar de domicilio.
No le dio importancia a dicha carta, considerando que nada malo le podría pasar, siendo detenido al día siguiente.
Una detención que no fue fruto de su imprudencia, sino más bien de la ingenuidad de dos señoras que tratando de hacer el bien, no se les ocurrió tomar las precauciones necesarias tras su visita al cuartel, donde pidieron la libertad para el P. José Trinidad Rangel. Cuando entraron los soldados en la casa de las hermanas Alba no reconocieron al p. Solá como sacerdote, sólo tras el registro efectuado a su habitación descubrieron una fotografía en la que estaba dando la primera Comunión a una niña.
En ningún momento negó su condición sacerdotal, más bien confesó su nombre y condición, siendo suficiente para detenerlo junto con Leonardo Pérez, que se encontraba en el oratorio de la casa.
Fue llevado a la comandancia militar, último lugar terreno antes de abrazar la palma del martirio y contemplar a Cristo, era el 25 de abril de 1927.
(Nació en el rancho "El Durazno", de la ciudad de Dolores Hidalgo, Guanajuato, el sábado 4 de junio de 1887, en el seno de una familia cristiana humilde.
Siendo muy joven sintió la vocación al sacerdocio, pero debido a la escasez de recursos económicos de sus padres tuvo que posponer su entrada en el seminario hasta los veinte años. )
Ingresó en el seminario como alumno gratuito y externo en 1909, concediéndole una beca por su aplicación al estudio, que le permitió vivir como seminarista interno. El 13 de abril de 1919 recibió la ordenación sacerdotal.
El primer destino como sacerdote fue el de adscrito a la parroquia del Sagrario de León en calidad de miembro del Centro Catequístico de la Salle. Se refugió en la ciudad de León, Guanajuato, por no cumplir con la ley civil de inscribirse como sacerdote en el registro del Gobierno.
En León, viviendo como refugiado en casa de las hermanas Alba, entabló amistad con el P. Andrés Solá, refugiado como él, con el que compartía sus temores y dificultades, y en quien encontró una ayuda en su vivencia sacerdotal.
Sabedor de su vocación y opción, rechazó el ofrecimiento de su hermano Agustín a dejar el país y refugiarse en Estados Unidos, prefiriendo aceptar el ofrecimiento de su superior eclesiástico de ir a celebrar clandestinamente los oficios de la Semana Santa a las hermanas Mínimas de San Francisco del Rincón, donde fue detenido y trasladado a la comandancia antes de sufrir el martirio.
Como sacerdote destacó por su modestia, humildad, sencillez y celo por la salvación de las almas. Con intrepidez evangélica, desempeñó su ministerio, sin negar en ningún momento su condición sacerdotal aunque eso significara el encarcelamiento y la muerte.
(El Beato Juan Piamarta nació en Brescia, Italia, el 26 de Noviembre de 1841. Hijo de José y Regina Ferrari.A muy temprana edad experimentó el dolor de perder a su hermana, dos años mayor que él, y un año después el peor duelo: La muerte de su amada madre Regina y, tres años después, la muerte de otro de sus hermanos.)
Al quedar huérfano, pasó a ser educado por su abuelo materno. Quizás estas pérdidas tan grandes, le llevaron a experimentar desde muy pequeño una gran ternura y compasión por los niños huérfanos, pobres y desvalidos.
Sintiendo la llamada del Señor a muy temprana edad, ingresa al seminario. El 23 de Diciembre de 1865 es ordenado sacerdote, ejerciendo su ministerio en parroquias.
Su condición de pobre marcó profundamente su vida en favor de los más necesitados, dedicándose con gran celo apostólico a la formación integral de los niños y jóvenes.
16 de noviembre de 1886 Nace la tipografia Queriniana que después se convertirá en la Editorial Queriniana
Movido por su experiencia de vida fundó el 3 de Diciembre de 1886 el "Hogar de los Artesanitos", para niños pobres y abandonados.
El 11 de Noviembre de 1895, funda, junto al Padre Bonsignori, la Escuela Agrícola en Remedello.
Para la continuación de sus obras, funda la congregación "Sagrada Familia de Nazareth", iniciada el 19 de Marzo del año 1900 y, junto a la Madre Elisa Baldo, la Congregación femenina "Humildes Siervos del Señor", iniciada el 15 de Marzo de 1911.
Muere Santamente en Remedello el 25 de Abril de 1913, no sin antes dejar un gran legado a quienes le precederán en su tarea evangelizadora y educativa.
Su obra continúa…
El 1 de octubre de 1984, la Congregación Sagrada Familia de Nazareth, en la persona del Padre Carlo Cittadini Steffini, llega a Santiago de Chile, comenzando una enorme tarea de evangelización y asistencia que perduran hasta hoy, a través de la fundación de colegios y el hogar de niños.
El padre Carlo se hace cargo del colegio Parroquial en Maipú y ejerce como director.
Pronto esta obra alcanzará a muchas familias de esta comuna y pasará a llamarse C.E.P Carolina Llona de Cuevas, alcanzando una matrícula de 6000 alumnos en J.E.C.
El 04 de Marzo de 1990 se funda el seminario Piamartino para todos aquellos jóvenes con inquietudes vocacionales a la vida religiosa y sacerdotal.
También, motivado por el carisma de P. Piamarta, se inicia el 25 de Abril de 1990 el Hogar de Menores Beata Laura Vicuña, casa piamartina, para niños, niñas y jóvenes en riesgo social, dedicado a dar familia a quien no la tiene.
En 1992 se da el vamos a una obra enorme que es la creación del colegio Piamarta que, junto al colegio Carolina Llona serán los de mayor matrícula en Chile.
En Talca inicia la construcción del Colegio Juan Piamarta, en el año 1993. Colegio que en la actualidad atiende a cerca de dos mil quinientos alumnos gratuitamente.
En el año 2001 inicia la Fundación Santa María del Trabajo con colegio vespertino de adultos para aquellos que han desertado de los establecimientos educacionales existentes, y han debido, a temprana edad, trabajar para mantener a sus familias .y también para adultos que deseaban terminar su enseñanza media.
El 12 de Octubre de 1997, el Papa Juan Pablo II beatifica al fundador de la congregación de la Sagrada Familia de Nazareth, Padre Juan Bautista Piamarta y, en este acto, lo entrega como padre de los jóvenes, lo indica como ejemplo a los sacerdotes y religiosos, lo propone como modelo a los educadores, lo presenta como intercesor de las familias, lo ofrece como protector de los trabajadores.
Actualmente los padres y hermanos piamartinos se encuentran presentes en Italia, Brasil, Chile y África, buscando plasmar en estos países y en las obras el carisma que imprimió su fundador: Educar a la vida cristiana la juventud pobre del mundo del trabajo, pero también, al igual que el Padre Piamarta, dar una respuesta a las problemáticas que nos propone el mundo actual, como en su momento lo hizo este sacerdote visionario y conciliar.
El actual superior general de la congregación Sagrada Familia de Nazareth es el Padre Padre Enzo Turriceni.
(En Acoli Piceno, Italia, beato Conrado Miliani, sacerdote de la primer orden franciscana, fraile tranquilo y penitente, dotado de gran sabiduría, estimado enseñante en cátedras prestigiosas, incansable predicador, acérrimo misionero, paciente mediador de paz, apóstol de la Santísima Trinidad. († 1289))
Nació en Ascoli Piceno, de la familia Miliani, el 18 de septiembre de 1234. Junto con Jerónimo Masci, el futuro Nicolás IV, se hizo religioso en Ascoli y estudió en el Sacro convento de Asís y en Perusa, donde obtuvo el título de doctor.
Siempre en compañía de su amigo Jerónimo Masci, enseñó luego en las escuelas de la Orden en Roma, Y cuando Jerónimo fue hecho Ministro general de la Orden, Conrado obtuvo de él licencia para ir como misionero al Africa. Recorrió evangelizando varias regiones de Libia y fue el primer misionero y explorador de Cirenaica.
Cuando Nicolás III encargó a Masci inducir al rey de Francia a desistir de la guerra contra España, le asignó por compañero a Conrado.
Resuelta felizmente la misión de paz, regresaron a Roma, donde Masci en 1278 fue nombrado cardenal.
Conrado, después de una permanencia de dos años en Roma, fue enviado a París para enseñar teología en la Universidad de dicha ciudad, donde se mostró como insigne maestro. En 1288, Jerónimo Masci fue elevado al trono pontificio con el nombre de Nicolás IV, y llamó a su lado a Conrado para aprovechar sus luminosos
consejos.
Cuando oyó rumores de su inminente elevación al cardenalato, que se habían difundido en el ambiente parisino, él respondió en el discurso de despedida en una plaza pública exhortando a todos a amar las virtudes cristianas, sobre todo la vida oculta. Extenuado por el largo viaje, a principios de marzo llegó a Ascoli, donde fue recibido con grandes honores. Un mes después enfermó y predijo el día y hora de su muerte.
Cuando se agravó el mal, recibió con angelical fervor los últimos sacramentos, se hizo colocar sobre el desnudo suelo y se durmió serenamente en el Señor. Era el 19 de abril de 1289. Tenía 55 años.
Nicolás IV sintió profundamente su muerte, y, confirmando que había tenido la intención de hacerlo cardenal, ordenó que se levantara un solemne mausoleo sobre su tumba en San Lorenzo delle Piagge. Después sus despojos mortales fueron transportados a la iglesia de San Francisco (mayo 28 de 1371).
Entre las virtudes practicadas por Conrado, fue característica la de la penitencia: revestido de un áspero hábito, caminaba con los pies descalzos, descansaba solamente unas pocas horas en una dura tabla, ayunaba a pan y agua cuatro de los siete días de la semana.
Como base de su apostolado había puesto la devoción a la Santísima Trinidad, gracias a la cual obtuvo curaciones de toda clase y dos casos de resurrección de muertos.
Florecieron mientras vivía aún, muchas leyendas sobre su santidad. Se le rindió culto popular desde tiempo inmemorial en las Marcas y en las diversas familias de la Orden minorítica.
Pío VI concedió Oficio y Misa en su honor el 30 de agosto de 1783.
Se llamaba Jozef Van Veuster, pero todos los conocemos como el Padre Damián de Molokai. Nació el 3 de enero de 1840, en Tremeloo, Bélgica. Lo han llamado "el leproso voluntario", porque con tal de poder atender a los leprosos que estaban en total abandono, aceptó volverse leproso como ellos.
De pequeño en la escuela ya gozaba haciendo como obras manuales, casitas como la de los misioneros en las selvas. Tenía ese deseo interior de ir un día a lejanas tierras a misionar.
De joven fue arrollado por una carroza, y se levantó sin ninguna herida. El médico que lo revisó exclamó: "Este muchacho tiene energías para emprender trabajos muy grandes".
Un día, siendo apenas de ocho años dispuso irse con su hermanita a vivir como ermitaños en un bosque solitario, a dedicarse a la oración. El susto de la familia fue grande cuando notó su desaparición. Afortunadamente unos campesinos los encontraron por allá y los devolvieron a casa. La mamá se preguntaba: ¿qué será lo que a este niño le espera en el futuro?
A los 17 años José estudia comercio y francés en Braine le Compte para ayudar a su padre en el negocio del grano. Cada atardecer visitaba el sagrario de alguna iglesia. Entró un día en su parroquia cuando predicaba un misionero redentorista: «Los goces de este mundo pasan pronto... Lo que se sufre por Dios permanece para siempre... El alma que se eleva a Dios arrastra en pos de sía otras almas... Morir por Dios es vivir verdaderamente y hacer vivir a los demás». No dejó para mañana su sí. A su padre la noticia le derrumbó sus planes. Pero vino a decir si Dios cuenta contigo... El primero. Y el día 3 de enero de 1859 él mismo acompañaba a su hijo al convento de los Sagrados Corazones de Lovaina. A los 19 años tenía una vocación decidida y estaba bien dotado: inteligente, dinámico, afable, robusto y hasta guapo, el joven causó buena impresión. Pero, ¿sacerdote? Demasiado mayor para aprender latín y Humanidades. Será un buen hermano coadjutor. José acepta tranquilo y confía en Dios. El 2 de febrero de 1859 viste el hábito con el nombre de Damián. A todos admira su actividad: tan pronto arregla un tejado como cura la vaca del vecino, como... ¡estudia latín! A marchas forzadas. Su hermano ha obtenido permiso para enseñarle en horas extras y pronto se le verá en la fila de los aspirantes al sacerdocio.
Todas las noches iba a postrarse ante un cuadro de San Francisco Javier. Un día, lo sorprendió el padre Maestro: ¿Qué hace aquí a estas horas? Le pido que me obtenga la gracia de ser misionero. Su «impaciente» gemelo navarro actuó rápido. En Teología estaba cuando llegó a Europa el Vicario apostólico de Hawai, con el fin de reclutar sacerdotes. Uno de los elegidos fue el padre Pánfilo, el cual, en vísperas de la partida, enfermó de tifus asistiendo a los apestados de Lovaina. El padre Damián pidió y obtuvo sustituirle. Acto seguido el padre Pánfilo sanó, favor que el padre Damián fue a agradecer al santuario de Monteagudo. Allí, al amanecer, ante la tierna mirada de María, anegados los ojos en lágrimas, dio un último y apretado abrazo a sus padres.
Se cuenta que en los 140 días de navegación arreciaron tormentas. Los pasajeros, hechos unas “sopas”, pero el padre Damián no tuvo tiempo de marearse, ocupado con sus prácticas de enfermero.
Su primera conquista.
En 1863 zarpó hacia su lejana misión en el viaje se hizo sumamente amigo del capitán del barco, el cual le dijo: "yo nunca me confieso. soy mal católico, pero le digo que con usted sí me confesaría". Damián le respondió: "Todavía no soy sacerdote pero espero un día, cuando ya sea sacerdote, tener el gusto de absolverle todos sus pecados". Años más tarde esto se cumplirá de manera formidable.
El día 19 de marzo de 1865, pisaban tierra de Hawai. Dos meses después, José Damián era ordenado sacerdote y cantaba su primera Misa en la catedral de Honolulu. A continuación, enviado a una pequeña isla de Hawai. Las Primeras noches las pasó debajo de una palmera, porque no tenía casa para vivir. Casi todos los habitantes de la isla eran protestantes. Con la ayuda de unos pocos campesinos católicos construyó una capilla con techo de paja; y allí empezó a celebrar y a catequizar. Luego se dedicó con tanto cariño a todas las gentes, que los protestantes se fueron pasando casi todos al catolicismo.
Fue visitando uno a uno todos los ranchos de la isla y acabando con muchas creencias supersticiosas de esas pobres gentes y reemplazándolas por las verdaderas creencias. Llevaba medicinas y lograba la curación de numerosos enfermos. Pero había por allí unos que eran incurables: eran los leprosos.
Primer destino: Puna, territorio vastísimo de la isla de Molokai. Después Kohala, región casi tan grande como Bélgica entera, montañosa y sin vías de comunicación. A pie, a caballo, en barca canaca ligero tronco ahuecado , a nado, escalando... recorría horas y horas de intrincado camino por montes, breñas, torrenteras y selva, de caserío en caserío, bajo aquel cielo tropical. No faltó algún que otro naufragio serio, en aquel mar «casi siempre alborotado». Nueve años de aventuras que podrían llenar espléndidos tomos. Algunas tardes eran más tranquilas. Se sentaba a la puerta de una cabaña y los canacas, apiñados a su alrededor, le escuchaban encandilados. Refiere el padre Carmelo Arbiol que «el padre les hablaba con tanta unción, con tanto afecto de nuestro Señor, de la bondad de Dios y de la fealdad y malicia del pecado, queáquella gente delicada se sentía conmovida. De todas partes acudían... Hasta los mismos leprosos salían de sus escondites y, arrastrándose, iban a participar de aquella amena e instructiva distracción». Éste fue el primer contacto que el padre Damián tuvo con ellos. Las capillas de paja pronto quedaron pequeñas y además volaban cuando se producían vendavales. ¡Manos a la obra! Las de los canacas, entusiasmados, y las del padre Damián, entusiasmado y entusiasmador, actuando de maestro y peón. Dicen y nos lo creemos que se reservaba para sí la peor parte. Después de una capilla, otra y otra... Las inauguraciones fueron sonadas. A continuación vinieron las escuelas. Sin edificios ni maestros católicos, los neófitos tenían que acudir a las de los protestantes. No tardó en conseguir la financiación de ¡cuatro escuelas católicas! Un testimonio de su propio tintero se refiere a una fiesta con motivo de la visita del prelado: «Se organizó una piadosa procesión con el Santísimo... solemne y conmovedora. Antes tuvimos el consuelo de lograr la conversión general y sincera de nuestros antiguos cristianos. Durante dos meses permanecí casi constantemente en el confesionario, oyendo confesiones... El esplendor de nuestras ceremonias impresionó profundamente tanto a los herejes corno a los idólatras... Muchos a raíz de las fiestas se hicieron inscribir en el catálogo de los catecúmenos».
El monstruo
Los habitantes de Hawai vivían apacibles disfrutando de la fecundidad y belleza de la naturaleza, hasta que apareció alrededor de 1850 el terrible monstruo: la lepra. Alarmado el Gobierno por su rápida difusión, favorecida por el clima, decidió confinar a los leprosos. El lugar elegido fue una lengua de tierra de la isla de Molokai, adentrada en el mar unos cinco kilómetros y separada del resto de la isla por una muralla de escarpados montes. Allí desembarcaban las redadas de leprosos, paganos, protestantes y católicos. Cristo doblemente destrozado. Abandonados, sin asistencia sanitaria ni espiritual, intentaban ahogar su desesperación en bacanales y desórdenes. Cundieron los rumores por la capital de que aquello era un «verdadero infierno». El obispo, monseñor Louis Maigret, de los Sagrados Corazones, realizó allí una visita pastoral. Quedó horrorizado. Buscó una ocasión propicia para reunir a sus misioneros y les expuso la situación. El padre Damián se adelantó: “Pido ser enviado”, dijo. Tenía 33 años y era consciente del riesgo que entrañaba su decisión. Seis días después, el 10 de mayo de 1873, llegaba el padre Damián, acompañado de su obispo, a Kalawao. En la playa esperaba una multitud de rostros desfigurados. Muchos sin orejas, sin nariz, sin ojos... En cuanto el padre Damián puso pie en tierra se oyeron fuertes gritos: ¡Aloha, Makúa Karninao! Eran los antiguos feligreses de Kohala. Al atardecer el prelado saltaba a la canoa que le llevó hasta el Kilouea. Pronto fue un punto lejano y se perdió en el horizonte. El padre Damián quedaba con Dios y sus leprosos. Llegada la noche, se arrodilló, rezó el rosario y se acomodó bajo las ramas de un corpulento pándano. Estaba hecho a dormir en la intemperie.
Signo de contradicción En Honolulu, la noticia de que el padre Damián se había ofrecido a «vivir y morir con los leprosos» corría de boca en boca. A unos les rindió la admiración, a otros se les achicaron los ojos. De los primeros fueron los periódicos protestantes Advertíser y Muhou, que aplaudieron al héroe católico. Esto molestó a algunos pastores calvinistas que tacharon la empresa de «temeraria. Imprudente, provocación y reto» y consiguieron indisponer a la Comisión de Higiene contra el padre Damián y la prohibición drástica, bajo pena de arresto, de salir de la isla. El padre Modesto Favens, provincial de la misión, que quería entrañablemente al padre Damián, quiso visitarle. Llegado a su destino, no le fue permitido acercarse a la isla. Avisado el padre Damián por un piragüero, se lanzó a los remos y en pocos minutos llegaba al Kilouea e intentaba subir al puente. ¡Largo de aquí rugió el capitán . Tengo órdenes termínantes. Entonces tuvo lugar esta escena conmovedora: A la vista de todos, el padre Damián se arrodilló y desde la barquichuela, vapuleada por el borrascoso mar, se confesó en alta voz y recibió la absolución.
«Mi madre no me reconocería por hijo suyo»
Un cambio de gobierno, sin mayoría calvinista el nuevo, libró al padre Damián de la encarnizada persecución que estaba sufriendo. El padre provincial le responsabilizó entonces de toda la isla de Molokai, lo que significaba necesariamente tramontar los acantilados. Mejoró también la situación de los leprosos. Fue nombrado un delegado lazareto, el cual dio todas las facilidades al padre Damián e incluso le brindó el cargo de superintendente con un sueldo de diez mil dólares anuales. Su respuesta fue tajante: «Aunque me ofrecieran todos los tesoros de la tierra no permanecería ni cinco minutos en la isla de Molokai. Lo que a mí me retiene aquí es tan sólo Dios y la salvación de las almas. Si aceptase por mi trabajo el mas insignificante salario, mi madre no me reconocería como hijo suyo». En los asentamientos de Kalaupapa, vivían unos 600 leprosos. El padre Damián comenzó por levantar una iglesia y constituir una parroquia, dedicada a santa Filomena. Como dijo Juan Pablo II en la homilía de la beatificación, creía realmente «en la divinidad de Jesucristo» y vivía su fe, no de boca sino con obras, como insta san Pablo. «Rendido de amor a Jesús», derrochó amor y actividad apostólica, y consiguió regenerar la maltrecha convivencia social en la «colonia de la muerte». Nos podriamos preguntar con el padre Raymond: «¿Creemos cuanto declaramos creer?». El mundo cambiaría si todos los católicos nos decidiéramos a vivir realmente la fe que proclamamos.
Con el máximo amor
En una tenebrosa noche de 1874, un terrible huracán azotó la isla de Molokai. Entre los aullidos viento se oían los gritos lastimeros de los leprosos. El padre Damián, a tientas, agarrándose donde podía, metiéndose en hoyos y charcos que le cubrían, acudía a socorrerlos y auxiliarlos. El día iluminó el poblado totalmente devastado. Los leprosos buscaban entre los escombros algún resto aprovechable. Ni una barraca en pie. El padre Damián obtuvo materiales y... otra vez maestro y peón, supliendo ahora muchos brazos y piernas mutilados. Blancos, alegres y en perfecta alineación, pronto relucieron al sol los nuevos bungalows. Después vino la instalación de agua corriente. Como una madre se preocupaba de que en invierno no faltara ropa de abrigo. Si los alimentos no llegaban a tiempo: Karniano nos ayudará. Médico y enfermero, preparaba las medicinas que él mismo se había procurado, limpiaba los miembros carcomidos, los vendaba y amputaba si era necesario. «Como si manipulara rosas», según un testigo. Su sonrisa animosa y franca disfrazaba la respiración contenida y las náuseas. Si la visita coincidía con las comidas, era inevitable la invitación. Se sentaba entonces en el suelo y comía tranquilamente léase: con vencimiento heroico el poi en la calabaza familiar. Todos metían allí los dedos, «hinchados, abiertos y llenos de pus y sangre como los pinta su sucesor. Después, la ineludible chupada en la «pipa de la amistad», en boquilla única. Hoy se sabe que el bacilo de Hansen no se contagia por contacto, sino por la saliva y mucosidades. Cuando morían, los acompañaba hasta el último momento. Se cuenta que enterró de su propia mano a 1.500, además de fabricar los ataúdes y cavar las fosas. Y aún después de muertos: «Por la noche, me paseo entresus tumbas rezando el rosario y meditando en la eterna felicidad que muchos de ellos están ya disfrutando».
«No hay dolor que merezca ser amado en sí”, dice san Agustín. Y «no es posible que haya alguien verdadera y sinceramente misericordioso que desee haya miserables para tener de quien compadecerse» (Confesiones, L 3, 2,3). Así lo entendía el padre Damián, que luchó con todas sus fuerzas para aniquilar el monstruo. Cinco años estuvo estudiando un tratamiento, con notables resultados.
No es todo. Falta el capítulo de las diversiones: carreras de caballos, en las que participaba, un orfeón de primera que cantaba en la iglesia, una banda de música, una especie de rondalla que hacía el pasacalle los domingos y enganchaba bulliciosamente a todos los leprosos... Se acabaron las antiguas bacanales. Para el culto, nada escatimaba: flores, luces, ornamentos, que le proporcionaban sus hermanas de los Sagrados Corazones, de Honolulu. Las Misas, solemnísimas. Un visitante se emocionó hasta las lágrimas cuando «en el momento de comulgar vi levantarse a toda aquella muchedumbre la cual, dirigiéndose con toda lentitud al altar, se iba arrodillando en la sagrada mesa». Quien de los monaguillos, vestidos de martirial blanquirrojo, en contraste sus caritas deformes y a la vez risueñas. De campanillas eran también las procesiones eucarísticas. Otro testimonio: «Toda la leprosería se hallaba allí reunida. Los mismos protestantes formaban en las filas, o bien se descubrían con respeto al paso de la custodia... En un momento dado, todos aquellos leprosos entonaron el Lauda Sion». Instituyó la Adoración Perpetua Reparadora. ¡Qué sonrisas las de Jesús, siempre acompañado de sus amigos los leprosos! Ninguno faltaba a la cita: «Los que no pueden ir a la capilla, hacen la adoración en el lecho del dolor». Junto con su actividad inagotable, oraba, pedía oraciones, catequizaba sin perder baza. Y aún no sabemos qué disciplinas añadiría, pero sí que dijo: «No es posible lograr conversiones si no es haciendo penitencia. Nosotros debemos merecer por los pecadores la gracia de la conversión y tomar sobre nuestras espaldas una parte de la penitencia que ellos no están en condiciones de hacer». «Mucho amor se pierde en el mundo fuera de la verdad», decía Maritain. El padre Damián ofreció la verdad con el máximo amor: se dio en sacrificio total.
¿Su secreto?
No es tal, porque el padre Damián lo dijo, lo repitió y lo volvió a repetir: «Si yo no encontrase a Jesús en la Eucaristía, mi vida sería insoportable» (1881). «Al pie del Sagrario es donde encuentro alivio en mis pesares y consuelo en mis penas interriores». «A no ser por la presencia permanente de nuestro divino Maestro en mi humilde capillita, no me hubiera sido posible perseverar».
Sólo sacerdote católico
La noticia de la heroicidad del padre Damián la difundieron los grandes diarios de Europa y de América, y le llovieron apoyos y ayudas de todo el mundo. De católicos y, lo que es más admirable, de protestantes de Inglaterra, Suecia, Alemania. La regente del archipiélago quiso ver con sus propios ojos lo que era comidilla de la corte. Se conmovió. Pocos días después, enviaba al padre Damián el diploma y condecoración de Comendador de la Orden Real de Kalalaúa. La aceptó y agradeció «como prueba de la unión y buenas relaciones que existen entre la familia real y la Iglesia católica». Y así firmaba: «P Damián de Veuster, sacerdote católico romano». Médico, constructor, carpintero, herrero, agricultor, jardinero, músico.... pero siempre y sobre todo sacerdote de Cristo.
Leproso por cinco años
Sucedió lo que era de esperar. 1879: unos dolorcillos y manchas sospechosas, atajados con el sublimado corrosivo. 1881 84: reaparecen y progresan. Una tarde, de vuelta de una larga correría apostólica por mar y montaña, se siente extenuado. Pide ayuda: un baño caliente para sus pies. Cuidado, que el agua está muy caliente, le advierte la leprosa que se la proporciona. Él, con precaución, toca el agua con la punta del pie y la encuentra normal. Sumerge los pies y no nota nada, pero al punto se le llenan de ampollas, completamente escaldados. La insensibilidad es un indicio claro de lepra. El padre Damián escribe a su obispo: «Pronto estaré completamente desfigurado. No tengo ninguna duda sobre la naturaleza de mi enfermedad. Estoy sereno y feliz en medio de mi gente». Y en medio de su gente continuará trabajando hasta que le quede un hilo de energía. Un año antes de su muerte reconstruía la iglesia de Santa Filomena, derribado el campanario (1888) por un huracán. El padre Corneille se admiró de verle encaramado en la techumbre, en plena actividad.
Grandes fueron los dolores en su cuerpo, atroces los que angustiaron su alma en los últimos días de su vida. Soportó incomprensiones, críticas, las más crueles calumnias de propios y extraños. El 2 de febrero de 1889 escribe al señor Clifford: «Lentamente, pero sin tregua ni descanso, voy subiendo la cuesta con mi cruz. Muy en breve espero verme ya en la cima del Calvario». Y, entre sus notas, se halló esta frase de san Juan de la Cruz: «¡Señor, sufrir aún más por vuestro amor y ser aún más despreciado!». No le faltó, eso sí, en los últimos tiempos, el consuelo deseado: un compañero con quien poder confesarse. Sucesivamente lo fueron el sacerdote belga Conrardy, el padre Alberto Montiton, el padre Wendelin Moellers, sucesor suyo, a quien se debe el testimonio de sus últimos momentos. También le ayudó el hermano José Dutton, oficial del ejército norteamericano, protestante convertido al catolicismo, quien, agradecido, quiso quemar su vida en Molokai, junto al padre Damián, cuyas proezas había leído en la prensa de su país. Y, por fin, en noviembre de 1888, llegaron tres religiosas franciscanas de Siracusa, Estados Unidos, para encargarse del hospital para niñas leprosas, una construcción más del padre Damián. Al frente de ellas, la madre Mariana Cope, beatificada por Benedicto XVI el 14 de mayo de 2005. Al enterarse el padre Damián de su llegada exclamó: «Ahora ya puedo morir tranquilo. Mi tiempo ha pasado, pero mi obra vivirá una vida más próspera que nunca».
Sorpresa final.
Poco antes de que el gran sacerdote muriera, llegó a Molokai un barco. Era el del capitán que lo había traído cuando llegó de misionero. En aquél viaje le había dicho que con el único sacerdote con el cual se confesaría sería con él. Y ahora, el capitán venía expresamente a confesarse con el Padre Damián. Desde entonces la vida de este hombre de mar cambió y mejoró notablemente. También un hombre que había escrito calumniando al santo sacerdote llegó a pedirle perdón y se convirtió al catolicismo.
Hacia el Cielo
El 15 de abril de 1889, entraba en la eternidad. Al recibir la unción sagrada había exclamado: «¡Cuán dulce se me hace morir cuando pienso que muero hijo de los Sagrados Corazones!». Tenía 49 años, y 16 habían pasado desde que se presentara a los leprosos de Molokai: «Permanecerá con vosotros hasta la muerte. Mi vida será vuestra vida, mi pan será vuestro pan. Y si el buen Dios lo quiere, quizá vuestra enfermedad será un día la mía». Dejaba aquel «reino fétido de cadáveres vivientes» convertido en granja de recreo y jardín perfumado con su santidad, que Dios quiso patentizar con un milagro inmediato: al punto de morir desaparecieron las señales de la lepra y se secaron las llagas de sus manos. El padre Damián es el patrón espiritual de los leprosos, de los enfermos de SIDA, de los marginados y del Estado de Hawai. El 1 de diciembre de 2005, el Padre Damián fue elegido "el belga más grande de todos los tiempos" por la televisión flamenca (VRT). Juan Pablo II le beatificó el 4 de junio de 1995. Benedicto XVI lo canonizó el 11 de octubre de 2009 en Roma. Su fiesta se celebra el 15 de abril.
Que San Damián de Molokai nos ayude a comprender, como él, que «el alma que se eleva a Dios arrastra en pos de sí a las otras almas que la rodean». Y que la muerte es un dulce despertar cuando se ha vivido en los Corazones de Jesús y de María.
La Madre Teresa de Calcuta, premio Nóbel de la Paz, presentó al Papa Juan Pablo II más de un millón de firma de leprosos pidiéndole la beatificación del Padre Damián. En 1995, el Papa Juan Pablo II, después de haber comprobado milagros obtenidos por la intercesión de este gran misionero, lo declaró beato, y patrono de los que trabajan entre los enfermos de lepra.
Su restos mortales fueron trasladados en 1936 a Bélgica y reposan en la iglesia de la Congregación en Lovaina. Cuando en 1959 Hawai llegó a ser el estado número 50 de la Unión Americana, los representantes del pueblo hawaiano escogieron a Damián para que su estatua les representara en el Capitolio de Washington.
El belga más grande de todos los tiempos
El 3 de mayo de 1936 entraba majestuoso el "Mercator" en el puerto de Amberes. Una multitud expectante esperaba en silencio que el buque atracara en su muelle. Junto a esta masa de gente sencilla se encontraba el rey Leopoldo III y su gobierno; el cardenal primado Van Roey y los obispos de Bélgica. Eran las 3 de la tarde cuando las ululantes sirenas comenzaron a sonar mezcladas con los gritos y los vítores del gentío. Bélgica sabía que estaba recibiendo a su héroe.
"El héroe más sublime de la caridad cristiana", como había dicho el Primado. Antes, el presidente Roosevelt en carta al rey belga había dicho: “...con razón le consideramos un héroe nacional “. En procesión, escoltado por el pueblo y sus hermanos religiosos, llegó a su reposo definitivo en Lovaina.
Sesenta y nueve años después, una encuesta nacional en la que han participado miles de belgas eligió, en diciembre de 2005, al padre Damián como el belga más grande de su historia.
Desde su independencia (proclamada el 20 de diciembre de 1830), Bélgica ha tenido personas destacadas en todos los ámbitos de la actividad humana, sin embargo a la hora de elegir a su hijo más grande, el pueblo se ha inclinado por un sencillo religioso que protagonizó en el siglo XIX una gesta humana y religiosa impresionante. Para medir la grandeza, el pueblo tiene un olfato especial.
Y lo que hizo Damián, encerrándose vivo para compartir los sufrimientos y dolores de miles de leprosos encerrados forzosamente en la isla de Molokai, no deja indiferente a los hombres y mujeres de buena voluntad.
Gandhi había dicho que el mundo cuenta con pocos héroes comparables al padre Damián de Molokai. Bélgica, su país, lo ha proclamado como el más grande de su historia.
Beato César de Hus, fundador de los Padres de la Doctrina Cristiana
En Aviñón, de la Provenza, en Francia, beato César de Hus, presbítero, que, tras haberse convertido de la vida mundana, se entregó por entero a la predicación y a la catequesis, y fundó la Congregación de los Padres de la Doctrina Cristiana, para que diese gloria a Dios con la instrucción de los fieles.
(Martirologio Romano: En Rochester, en Inglaterra, beatos Francisco Dickenson y Milón Gerard, presbíteros y mártires que, tras haberse formado en el Colegio de los Ingleses de Reims, regresaron a su patria para ejercer clandestinamente el ministerio sacerdotal, a causa de lo cual, durante el reinado de Isabel 1, ambos fueron condenados a la horca y después descuartizados. († 1590)
Fecha de beatificación: 15 de diciembre de 1929 por el Papa Pío XI, dentro de un grupo de 107 mártires de Inglaterra y Gales.)
(En la isla de La Reunion, en el Océano Índico, beato Scubilión (Juan Bernardo), religioso del Instituto de las Escuelas Cristianas, el cual enseñó incansablemente a los niños y ofreció ayuda a los pobres y esperanza a los esclavos.)
(El Beato Juan Lockwood, también conocido como San Juan Lascellas, nació alrededor de 1555 en Sowerby, Yorkshire, Inglaterra. Era el hijo mayor de Christopher Lockwood y de Clara, hija mayor de Christopher Lascelles.
Con su hermano Francisco (segundo entre los hermanos), llegó a Reims el 4 de Noviembre de 1579, y al punto fue enviado a Douai a estudiar Filosofía. Francisco fue ordenado en 1587, pero Juan ingresó en el Colegio Inglés, en Roma, el 4 de Octubre de 1595, finalmente fue ordenado sacerdote el 26 de Enero de 1597 y enviado de misión el 20 de Abril de 1598. Después de haber sido tomado prisionero en 1610 es desterrado pero regresa, y nuevamente es apresado y condenado a muerte, pero es liberado. Durante cuarenta y cuatro años ejerció su ministerio en Inglaterra, de forma clandestina. Finalmente fue capturado en Wood End, Gatenby y ejecutado, junto con Edmundo Catherick, en York el 13 de abril de 1642.)
(Mártir, nació hacia el año 1550 en Wigan, y fue ejecutado en Rochester 13 (30?) de abril de 1590. Tal vez era uno de los miembros de la familia Gerard de Ince, hacia el año 1576 fue tutor de los hijos de Edward Tyldesley, en Morleys, Lancashire. En 1579 fue a los seminarios de Douai y Reims, donde fue ordenado sacerdote el 7 de abril de 1583, y luego se quedó como profesor hasta el 31 de agosto de 1589, cuando partió para Inglaterra con cinco compañeros. En Dunkerque los marineros se negaron a tomar más de dos pasajeros, de modo que los misioneros tuvieron que elegir, y Gerard y Francisco Dickenson, el de mayor edad (según parece) y el más joven, fueron los ganadores. Aunque su destino era Londres, su curso fue cambiado y llevados al puerto de Dover, donde fueron interrogados y arrestados bajo sospecha (el 24 de noviembre). Un boletín contemporáneo dice que ellos fueron trataron de escapar sin suerte ya que cayeron en manos de los perseguidores, pero esta historia no es compatible con los archivos oficiales. Estos muestran que los presos dieron en un inicio nombres falsos y respuestas ambiguas, pero pronto decidieron que lo mejor era confesar todo. Después de muchas torturas en la peor de las prisiones de Londres manejada por el infame Ricardo Topcliffe, fueron condenados como traidores y "enviados a Rochester, donde fueron ahorcados y descuartizados y dieron un espléndido testimonio de fe católica", dice el Padre John Curry, SJ, quien escrito sobre lo acontecido poco después.)
(El Beato Eduardo Catherick era nacido en Carlton, cerca de Richmond, Yorkshire, en el año 1605. Luego de estudiar en Douai y de recibir su ordenación sacerdotal, retorna a Inglaterra en 1635, pudo ejercer su ministerio durante siete años, hasta que fue arrestado, encarcelado, juzgado y condenado a muerte. Conoció a quien sería su compañero en el martirio, el P. Juan Lockwood, en el calabozo. Contra ellos no hubo otra acusación que la de ser sacerdotes católicos.)
(Nació en Montone, Italia, en la primera mitad del s. XIII en el seno de la familia Ubaldini. Decide su vocación religiosa entrando en la comunidad de ermitaños de Fonte Avellana. Acreditado como religioso observante, es enviado de prior a Santa María de Sitria y luego, al vacar el priorato de Fonte Avellana en 1275, es designado él para ocuparlo. Como tal prior de Fonte Avellana lo era además de toda la congregación.
Se ocupó mucho del gran problema de la lucha entre ciudades, apareciendo como apóstol de la paz y la concordia, y desempeñando varios encargos papales. Rechazó la mitra que el papa le ofrecía y se mantuvo fiel a su vocación eremítica. Murió el 13 de abril de 1294. La Sagrada CongregacIón de Ritos, el 21 de mayo de 1782, permitió expresamente a la Orden Camaldulense la celebración de su memoria litúrgica.)
Beato Notker Bálbulus.
(Notkerus Balbulus, Notker Balbulus o también Notker de San Gall (ca. 840 - 912) fue un monje de laAbadía de San Galo, poeta y compositor de música. Su nombre Balbulus es un apodo que significa "el Tartamudo".
Es uno de los poetas litúrgicos más importantes de la Edad Media. Introdujo en Alemania un nuevo tipo de lírica religiosa llamada secuencia, innovando en la manera de separar las sílabas latinas para cantarlas (ver canto gregoriano). Además escribió la Gesta Caroli Magni, una crónica sobre los acontecimientos de la Francia de su tiempo que junto con la crónica de Eginardo es fuente inevaluable de datos sobre dicho período. Se le adscriben además muchos otros trabajos, aunque no se tiene certeza de su autoría en todos ellos. En la Edad Media se le atribuía, por ejemplo, el himno Media Vita, de manera errónea. Fue beatificado el año 1512 por Julio II.
)
Beato Mariano de la Mata Aparicio. (Nació el 31 de diciembre de 1905 en Barrio de la Puebla (Palencia, España), en el seno de una familia profundamente cristiana. Sus padres se llamaban Manuel y Martina. Siguiendo el ejemplo de tres hermanos suyos ―Leovigildo, Tomás y Baltasar―, después de los estudios humanísticos, el 9 de septiembre de 1921, ingresó en la Orden de San Agustín. Un año más tarde, el 10 de septiembre de 1922, terminado el tiempo de noviciado, emitió la profesión temporal, depositándola en manos del prior de la casa, Anselmo Polanco, futuro obispo de Teruel, mártir de la fe de Cristo, beatificado por el Papa Juan Pablo II en 1995.)
Con los estudios filosóficos iniciados en la capital del Pisuerga, en 1926 se trasladó al monasterio de "Santa María" de La Vid (Burgos), en el cual realizó los teológicos, formando parte de la provincia agustiniana de España. Se consagró definitivamente a Dios con los votos solemnes el 23 de enero de 1927 y recibió la ordenación sacerdotal el 25 de julio de 1930.
Tras una fugaz estancia en el colegio de la Encarnación de Llanes (Asturias) como profesor, en julio de 1931 fue destinado a la viceprovincia de Brasil, primero a Taquaritinga, donde desempeñó durante dos años el ministerio sacerdotal, y posteriormente a Santo Agostinho, donde conjugó la labor educativa con los cargos de administrador (1942-1945) y secretario.
Durante el trienio (1945-1948) fue prior viceprovincial, y más tarde (1948-1951 y 1960-1963) asesoró a sus sucesores en ese cargo como consejero.
Finalizada la tarea de comisario, se incorporó al colegio Engenheiro Schmitt como ecónomo (1951), director (1957) y profesor. En 1961 regresó de nuevo a São Paulo, en cuyo centro simultaneó la tarea docente y el cargo de viceprior del colegio San Agustín (1973-1977), con el trabajo de coadjutor parroquial.
Físicamente el padre Mariano fue una persona alta y bien proporcionada, con gruesas gafas y abundante calvicie. Era un hombre activo y emprendedor, generoso, abierto y comunicativo, lleno de simpatía, sencillez y bondad, con la sonrisa siempre en los labios.
Aunque tenía un temperamento fuerte, era incapaz de ocultar los sentimientos y las lágrimas. Sus hermanos de Brasil recuerdan con emoción el momento en el que, tras haber sido operado de cataratas en Belo Horizonte y llevar varios días con los ojos cerrados, al volver a abrirlos y contemplar un cuadro de la Virgen de la Consolación, comenzó a llorar como un niño.
El padre Mariano nació para ayudar humana y espiritualmente a las personas que estaban a su lado, que no eran otras que las hambrientas de pan humano y divino. Era un mensajero de la caridad: amigo de los niños y los mayores, un cirineo de los enfermos y necesitados, consolador y limosnero de los pobres, sacerdote celoso de sus obligaciones ministeriales.
Por las tardes era frecuente verlo recorrer las calles de São Paulo, visitando los 200 Talleres de Caridad de Santa Rita, de los que fue muchos años asesor religioso, y llevando ayuda material y espiritual a los sedientos de salud humana y religiosa. La muerte ―solía decir― no espera.
¡Cuántas veces volvió tarde al colegio, porque la atención al prójimo le había impedido llegar a tiempo! Para él siempre existían otras prioridades más importantes que la hora comunitaria.
Una de sus grandes pasiones la constituían las plantas. Hablaba con ellas, acariciaba sus hojas, le emocionaba su colorido.
Sus pétalos le recordaban la grandeza del Creador. La terraza del colegio San Agustín de São Paulo sabe mucho de este su mimo por las flores y los pájaros. Tampoco le eran ajenas las colecciones de sellos y estampas religiosas.
La edad y el esfuerzo que había desplegado en todas sus actividades terminaron haciendo mella en su naturaleza física. En los últimos días de enero de 1983 comenzó a sentir un extraño dolor en el vientre, como si un "gatinho", según sus palabras, lo estuviera arañando.
Era el principio del fin.
Desde hacía tiempo venía enseñando una herida en la sien derecha, que a pesar de las atenciones médicas, no logró restañar. Sin duda alguna era la terrible enfermedad del cáncer que se estaba insinuando y de la que moriría el 5 de abril de 1983. Contaba 77 años de edad y 60 de vida religiosa. Sus restos descansan en la iglesia agustiniana de São Paulo.
Su trayectoria humana y religiosa fuera de lo común ―era un gran devoto de la Eucaristía y de la Santísima Virgen― hizo que el pueblo de Dios y sus hermanos de la Orden acudieran a las autoridades eclesiásticas pidiendo el reconocimiento de sus virtudes con vistas a una próxima beatificación, ceremonia que se llevó a cabo en São Paulo el 31 de mayo de 1997 con la presencia del cardenal Paulo Evaristo Arns, o.f.m.
La Orden agustiniana le tiene dedicadas en esa ciudad una guardería, un centro de juventud y un colegio profesional; y la alcaldía, una calle. Igualmente el Gobierno español, a través de su consulado general en Brasil, le concedió la gran cruz de Isabel la Católica.
(Francisco Marto (Aljustrel, Fátima, Portugal, 11 de junio de 1908 – Lisboa, Portugal, 4 de abril de 1919) fue uno de los tres pastorcitos portugueses que alegadamente junto a su hermana Jacinta Marto y a su primaLucía dos Santos dijeron haber visto a la Virgen en la llamada Cova da Iria, desde el 13 de mayo hasta el 13 de octubre de 1917.)
(Ezequiel Huerta Gutiérrez mártir de Cristo durante el Conflicto Iglesia-Estado ( 1926-1929 ) Laico, padre de familia, Nació en Magdalena, Jalisco el 07 de enero de 1876 – Muere en Guadalajara Jalisco el 3 de abril de 1927 , su nombre completo fue José Luciano Ezequiel Huerta Gutiérrez. Beatificado por el Papa Benedicto XVI en el estadio Jalisco el 20 de Noviembre del 2005 en la Cd. De Guadalajara junto a su hermano Salvador Huerta Gutiérrez y a 7 mártires Laicos, dentro de los que destacaba el Maestro Anacleto González Flores.
Ezequiel Huerta Gutierrez fue beatificado por su santidad el Papa Benedicto XVI, el 20 de Noviembre del 2005 junto con su hermano Salvador y 7 compañeros mas de causa, Anacleto González Flores, Luis Padilla Gómez, Los Hermanos Jorge y Ramón Vargas González, ,Miguel Gómez Loza, Luis Magaña Servin y José Sánchez del Río, en el Estadio Jalisco, ante mas de 80,000 Católicos descendientes de estos mártires jaliscienses.)
Beato Cristóbal Robinson
(En Carlisle, en Inglaterra, conmemoración del beato Cristóbal Robinson, presbítero y mártir, que fue testigo del martirio desan Juan Boste y, finalmente, bajo la reina Isabel I, también, en día desconocido, fue ajusticiado sólo por ser sacerdote, recibiendo la palma de la gloria el 19 de agosto de 1598. Se le celebra el 22 de noviembre, junto a los mártires de Inglaterra, Escocia y Gales.)
Beato Buenaventura Tornielli
(El Beato Buenaventura Tornielli, nació en Forli en el año 1411, y perteneció a una familia acomodada.
Parece que no ingresó a la Orden de los Servitas sino hasta 1448, cuando tenía treinta y siete años de edad, pero su fervor y austeridad de vida pronto le permitieron recuperar el tiempo perdido.
Después de su ordenación, se preparó para el trabajo apostólico con un año de retiro y pronto empezó a predicar con maravillosa elocuencia y mucho éxito.
Fue comisionado especialmente por el Papa Sixto IV, para emprender esta misión apostólica y sus sermones produjeron una notable reforma de vida en todos los Estados papales y en las provincias de Toscana y Venecia.
Hacia fines de 1488, fue elegido vicario general de su orden, oficio en el que dio muestras de sus grandes cualidades administrativas y de su caridad.
El, sin embargo, continuó aún su trabajo misionero y apenas había terminado su predicación de Cuaresma en Udine, cuando el Jueves Santo de 1491 (31 de Marzo), fue llamado por Dios, agotado por la edad y las penalidades de la vida que había llevado.
Sus reliquias fueron finalmente llevadas a Venecia, donde su culto se acrecentó a causa de las muchas curaciones milagrosas.)