SANTORAL CATOLICO DEL DÍA 25 DE ABRIL
Beato Leonardo Pérez Larios.
(“Fue un muchacho recto en todas sus cosas, franco y sin malicia en cosa alguna”. Testimonio de sus hermanos. “Trabajó una tienda de confecciones llamada La Primavera, estaba encargado de la venta al público, del control de las prendas que se entregaban a las costureras para la confección y del adorno de los escaparates”.)
Testimonio de su hermano Alfonso “Durante la larga y grave enfermedad que afligió al dueño de La Primavera, don Juan Silbert, Leonardo estuvo a su lado asistiéndole hasta que murió”. Testimonio de su hermano Alfonso “El todavía joven Leonardo estuvo buscando novia y tuvo una con la que quiso contraer matrimonio pero los familiares de la novia no lo permitieron”. Testimonio de su hermano Alfonso También Leonardo “estimaba en grande la vocación religiosa y se hubiera ido de religioso si no hubiera habido dificultades de familia pues hubo que quedarse aquí para sostenerla, como hizo hasta su muerte”.
(Acompañó y sostuvo a sus dos hermanas solteras). Testimonio de su hermano Alfonso “Era poco lo que ganaba pero me entregaba todo su dinero y creo que ayudaba con frecuencia a los seminaristas, porque el padre Ayala me lo platicó, a las Religiosas Capuchinas, a las Siervas del Sagrado Corazón y de los Pobres, a las Mínimas de María Inmaculada”. Testimonio de su hermana Guadalupe “La devoción a la Santísima Virgen la tuvo y ello me consta, ya que en cuatro o cinco años anteriores a su muerte se había dedicado enteramente a las devociones de mi templo, siendo el alma de la organización de muchas cosas, pues yo me descargaba en él”.
Sr. Cura Miguel Enríquez “En el rancho teníamos oratorio y recuerdo que en sus 19 años su gusto era celebrar las fiestas principalmente la de la Purísima Concepción y el mes de María”. Testimonio de su hermana Guadalupe “Era aficionadísimo a todo lo de la iglesia: sacramentos, fiestas, ornato de altares, que por tener que arreglar los aparadores de La Primavera, sabía hacer maravillas en aquellos”. Testimonio de su hermano Alfonso “… algunas veces, hablando de algunos jóvenes que había sido fusilados en esta ciudad por la buena causa, me dijo (Leonardo) que él los envidiaba y que hubiera querido ser alguno de ellos, no porque tuviera valor, sino porque confiaba que el Señor le daría fuerzas para ello”. Srita. Jovita Alba. “Lo primero que hicieron (los soldados) fue llevarnos al oratorio; todavía estaba allí el señor Leonardo.
Luego le dijeron que era cura, que iba a celebrar la misa. Lo esculcaron y le sacaron no más que su rosario, y luego nos sentaron en la sala a los tres y empezaron a recorrer todo”. Una testigo que se encontraba en la casa de las hermanas Alba. “Al tomarlo uno de los de la guardia del brazo, abrió los ojos, pues él estaba dando gracias, pues hacía momentos había recibido la sagrada comunión; pero permanecía absorto en su meditación; al tomarlo le dijeron si él también era sacerdote; contestó: ‘Yo no soy sacerdote, pero sí soy católico, apostólico y romano”.
Una testigo “Entonces mi hermano (Manuel) fue a donde trabajaba Leonardo y al volver con unas tarjetas de La Primavera donde trabajaba Leonardo, el general Sánchez se negó a hablarle, alegando que estaba desvelado y que al día siguiente lo recibiría”. (Leonardo fue apresado porque creían que era sacerdote, pero no aceptaron la prueba de que no lo era). Guadalupe Pérez, hermana de Leonardo “Recuerdo que en el camino (iban prisioneros en el tren) Leonardo me dijo cuando íbamos a llegar a la estación de Santa María: ‘¿Si nos sueltan aquí vamos a visitar a Nuestra Señora de San Juan?’.
A lo que yo respondí que sí. Después, al llegar a Encarnación me hizo la misma invitación para visitar al Señor de la Misericordia” José Santiago Romo, compañero de detención de los Mártires “Al pasar por la estación de Los Salas, cerca de un lugar donde había ocurrido un descarrilamiento, se paró el tren. Bajó el padre Solá y Leonardo Pérez, el oficial observa y dice: ‘Falta uno’; y luego hacen bajar al padre Rangel. Yo me asomé a la puerta del carro, por donde los llevaban y vi que Leonardo me hizo una seña de inteligencia que no comprendí.
Observé en esos momentos que una sonrisa asomaba a sus labios”. José Santiago Romo, compañero de detención de los Mártires “Me consta que murieron fusilados […] Además vi que los soldados después de haberlos fusilado volvían con sus sacos, y poniéndoselos se reían y mofaban profiriendo palabras indecorosas”. Salvador Oñate, compañero de detención de los Mártires “Con la mirada seguí al grupo que se apartó diagonalmente del carro y cuando hubo caminado unos cincuenta o sesenta metros vi que los soldados formaron fila hiriéndoles por la espalada (a los padres Solá, Rangel y al Sr. Larios)…
oí los tiros de gracia, pero no oí nada de lo que pudieron haber dicho los fusilados a causa de la distancia”. José Santiago Romo, compañero de detención de los Mártires
(“Fue un muchacho recto en todas sus cosas, franco y sin malicia en cosa alguna”. Testimonio de sus hermanos. “Trabajó una tienda de confecciones llamada La Primavera, estaba encargado de la venta al público, del control de las prendas que se entregaban a las costureras para la confección y del adorno de los escaparates”.)
Testimonio de su hermano Alfonso “Durante la larga y grave enfermedad que afligió al dueño de La Primavera, don Juan Silbert, Leonardo estuvo a su lado asistiéndole hasta que murió”. Testimonio de su hermano Alfonso “El todavía joven Leonardo estuvo buscando novia y tuvo una con la que quiso contraer matrimonio pero los familiares de la novia no lo permitieron”. Testimonio de su hermano Alfonso También Leonardo “estimaba en grande la vocación religiosa y se hubiera ido de religioso si no hubiera habido dificultades de familia pues hubo que quedarse aquí para sostenerla, como hizo hasta su muerte”.
(Acompañó y sostuvo a sus dos hermanas solteras). Testimonio de su hermano Alfonso “Era poco lo que ganaba pero me entregaba todo su dinero y creo que ayudaba con frecuencia a los seminaristas, porque el padre Ayala me lo platicó, a las Religiosas Capuchinas, a las Siervas del Sagrado Corazón y de los Pobres, a las Mínimas de María Inmaculada”. Testimonio de su hermana Guadalupe “La devoción a la Santísima Virgen la tuvo y ello me consta, ya que en cuatro o cinco años anteriores a su muerte se había dedicado enteramente a las devociones de mi templo, siendo el alma de la organización de muchas cosas, pues yo me descargaba en él”.
Sr. Cura Miguel Enríquez “En el rancho teníamos oratorio y recuerdo que en sus 19 años su gusto era celebrar las fiestas principalmente la de la Purísima Concepción y el mes de María”. Testimonio de su hermana Guadalupe “Era aficionadísimo a todo lo de la iglesia: sacramentos, fiestas, ornato de altares, que por tener que arreglar los aparadores de La Primavera, sabía hacer maravillas en aquellos”. Testimonio de su hermano Alfonso “… algunas veces, hablando de algunos jóvenes que había sido fusilados en esta ciudad por la buena causa, me dijo (Leonardo) que él los envidiaba y que hubiera querido ser alguno de ellos, no porque tuviera valor, sino porque confiaba que el Señor le daría fuerzas para ello”. Srita. Jovita Alba. “Lo primero que hicieron (los soldados) fue llevarnos al oratorio; todavía estaba allí el señor Leonardo.
Luego le dijeron que era cura, que iba a celebrar la misa. Lo esculcaron y le sacaron no más que su rosario, y luego nos sentaron en la sala a los tres y empezaron a recorrer todo”. Una testigo que se encontraba en la casa de las hermanas Alba. “Al tomarlo uno de los de la guardia del brazo, abrió los ojos, pues él estaba dando gracias, pues hacía momentos había recibido la sagrada comunión; pero permanecía absorto en su meditación; al tomarlo le dijeron si él también era sacerdote; contestó: ‘Yo no soy sacerdote, pero sí soy católico, apostólico y romano”.
Una testigo “Entonces mi hermano (Manuel) fue a donde trabajaba Leonardo y al volver con unas tarjetas de La Primavera donde trabajaba Leonardo, el general Sánchez se negó a hablarle, alegando que estaba desvelado y que al día siguiente lo recibiría”. (Leonardo fue apresado porque creían que era sacerdote, pero no aceptaron la prueba de que no lo era). Guadalupe Pérez, hermana de Leonardo “Recuerdo que en el camino (iban prisioneros en el tren) Leonardo me dijo cuando íbamos a llegar a la estación de Santa María: ‘¿Si nos sueltan aquí vamos a visitar a Nuestra Señora de San Juan?’.
A lo que yo respondí que sí. Después, al llegar a Encarnación me hizo la misma invitación para visitar al Señor de la Misericordia” José Santiago Romo, compañero de detención de los Mártires “Al pasar por la estación de Los Salas, cerca de un lugar donde había ocurrido un descarrilamiento, se paró el tren. Bajó el padre Solá y Leonardo Pérez, el oficial observa y dice: ‘Falta uno’; y luego hacen bajar al padre Rangel. Yo me asomé a la puerta del carro, por donde los llevaban y vi que Leonardo me hizo una seña de inteligencia que no comprendí.
Observé en esos momentos que una sonrisa asomaba a sus labios”. José Santiago Romo, compañero de detención de los Mártires “Me consta que murieron fusilados […] Además vi que los soldados después de haberlos fusilado volvían con sus sacos, y poniéndoselos se reían y mofaban profiriendo palabras indecorosas”. Salvador Oñate, compañero de detención de los Mártires “Con la mirada seguí al grupo que se apartó diagonalmente del carro y cuando hubo caminado unos cincuenta o sesenta metros vi que los soldados formaron fila hiriéndoles por la espalada (a los padres Solá, Rangel y al Sr. Larios)…
oí los tiros de gracia, pero no oí nada de lo que pudieron haber dicho los fusilados a causa de la distancia”. José Santiago Romo, compañero de detención de los Mártires
No hay comentarios:
Publicar un comentario