TRAFICO

jueves, 22 de noviembre de 2012

1988: MURIÓ Luis Barragán, arquitecto mexicano.

UN DÍA COMO HOY 22 DE NOVIEMBRE MURIÓ

   


 1988: Luis Barragán, arquitecto mexicano.







(Luis Ramiro Barragán Morfín (Guadalajara, Jalisco, México; 9 de marzo de 1902 - México, D. F.; 22 de noviembre de 1988) fue uno de los arquitectos mexicanos más importantes del siglo XX y único de su nacionalidad en obtener el Premio Pritzker en 1980. Luis Barragán es uno de los arquitectos más influyentes de la modernidad mexicana, su obra es notoria en arquitectos actuales no sólo en aspectos visuales sino conceptuales. Sus edificaciones son frecuentemente visitadas por estudiantes y catedráticos de arquitectura de prácticamente todo el orbe.)







Luis Barragán nació en el seno de una próspera y muy católica familia de hacendados. Fue hijo de Juan José Barragán y Ángela Morfín. Vivió su niñez al lado de sus padres y sus seis hermanos, tres mujeres y tres hombres, en el barrio de Santa Mónica de Guadalajara. Solía pasar sus vacaciones y prolongadas estancias en la hacienda de Corrales, en las inmediaciones de Mazamitla, Jalisco, en la sierra del Tigre. La experiencia infantil de esas estancias en el campo, en el entorno rural mexicano, en la naturaleza serrana donde estaba la hacienda familiar, dejaría una profunda huella que se reflejaría en su creación artística y daría como resultado la "definición de un estilo mexicano universal". Hizo sus estudios preuniversitarios en el colegio de los jesuitas y luego estudió en la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara, donde se encontró con personajes como Rafael Urzúa y Pedro Castellanos, con quienes tendría una profunda y perdurable amistad. Su interés por la arquitectura, según afirmaba, había nacido fundamentalmente de la influencia del ingeniero Agustín Basave, uno de sus ilustres maestros y fundador de esa escuela. 

 Viajó a Francia y España entre 1925 y 1926; en París visitó la Exposition Internationale des Arts Décoratifs et Industriels Modernes. Una de las imágenes que más le impresionó en esa época fue la fotografía de un jardín compuesto por Ferdinand Bac, que ese año había publicado un libro titulado Jardins enchantés. Esto llevaría a que se estableciera una relación personal entre ambos. En ese viaje tiene un encuentro con las culturas mediterráneas, tanto europeas como musulmanas, que influiría en su arquitectura (en especial el urbanismo, la jardinería y el uso expresivo del agua, tal como se ven en la Alhambra. Por el lado de la arquitectura moderna, conoció a Le Corbusier en 1931, cuando asistió a sus conferencias en París y tuvo la oportunidad de estudiar su obra. Entre 1927 y 1936 ejerció su práctica profesional en Guadalajara remodelando y proyectando casas con un estilo derivado tanto de las influencias de la arquitectura mediterránea como de las tradiciones locales. 

Su primera obra en forma fue la remodelación de la casa del licenciado Emiliano Robles León, notable abogado tapatío cuya residencia estaba en la esquina de las calles de Pavo y Madero. En dicha obra destacó el trabajo de la madera en barandales y puertas, diseñadas por el mismo Barragán, así como el patio central, con una fuente. Encantado por el resultado de la obra del joven arquitecto, el señor Robles León le encargó después proyectos para diversas casas de alquiler, así como el de su casa de descanso en Chapala. La primera intervención de Barragán en un espacio público fue, junto con su hermano Juan José, el parque de la Revolución de Guadalajara (del cual, desafortunadamente, quedan apenas vestigios). En 1931 Barragán viajó a Nueva York donde conoció a Frederick Kiesler y se publicó por primera vez en el extranjero un artículo sobre su obra en Architectural Review y House and Garden. 

Luego pasó a residir en la ciudad de México, donde proyectó varias construcciones habitacionales de inspiración funcionalista y con carácter netamente comercial, en su etapa conocida como racionalista. Viajó por Norteamérica y Europa muchas veces más; en 1951 visitó Marruecos. Su obra fue refinando un lenguaje en el cual se hallan elementos de la arquitectura vernácula de su región, la de España, la del Magreb y elementos de muchas otras culturas. El lenguaje formal de su arquitectura está hecho de construcciones masivas, con gruesos muros y aberturas dosificadas, donde los acabados son de marcada textura y a veces con brillantes colores. Elementos como el agua y la luz desempeñan un papel fundamental en sus proyectos, casi siempre enriquecidos por jardines. Los nuevos ricos de México nunca han entendido la arquitectura de Barragán, porque no tiene nada que ver con la estética de Hollywood y porque su aparente (aunque ficticia) austeridad es algo que no pueden entender. 

Queda por escribir la tesis sobre qué es el lujo en Luis Barragán, algo totalmente ajeno al vulgo. Entre 1955 y 1960 restauró el convento de las religiosas Capuchinas Sacramentarias en Tlalpan, en 1957 realizó el proyecto de escultura urbana de las torres de Satélite, en colaboración con el escultor Mathias Goeritz, y en 1976 construyó su última obra: la Casa Gilardi, en la cual sobresale el uso del color en el insólito comedor-piscina. Su discreto discurso (nunca le gustó pontificar en ningún sentido) sobre la arquitectura vernácula coincidió en los 60 y 70 con intereses estructuralistas y de semiótica de la arquitectura. El mundo arquitectónico de Nueva York lo lanzó al estrellato internacional mediante la exposición de 1976 del Museo de Arte Moderno de Nueva York2 titulada The Architecture of Luis Barragan. Fue miembro del SAM y de la AIA. Más tarde vendría la gran exposición en México (en el Museo Tamayo) y luego el Premio Nacional de Artes del gobierno de México. 

 El máximo reconocimiento arquitectónico mundial llegaría en 1980, cuando se le concedíó el Premio Pritzker5 en su segunda edición. Murió a finales de 1988, a los 86 años de edad.


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