EFEMÉRIDES SONORENSES
UN DÍA COMO HOY 26 DE ABRIL
1991. Se lleva a cabo la primera reunión de cronistas sonorenses, bajo la presidencia de Gilberto Escobosa Gámez.
La crónica como género literario aparece en Sonora, ya de una manera organizada, a partir de la última década del siglo XX.
Antes de estas fechas pueden citarse algunos nombres, sobre todo de periodistas y de gente afecta a la cultura, cuyos trabajos han significado esfuerzos loables pero aislados a la vez.
La pluma del culto maestro urense, Enrique Quijada, tal vez la de mayor antigüedad en estos antecedentes, escribió dentro de los lindes del género crónica y de los del ensayo, aquel artículo titulado Bazaine, un Hombre al Mar, que mereció ser traducido al francés y publicado por los más grandes periódicos de Francia, para obtener medalla de oro y diploma otorgadas por la Exposición de Paris en 1889.
Algunos años después, en pleno siglo XX, Facundo Bernal, en Hermosillo, desde su imprenta lanza crónicas aderezadas con una chispeante rima como aquel su insuperable Soneto al Menudo.
Doña Enriqueta de Parodi, cumpense, durante las décadas de 1940 y 1950 materializó su inaplazable vocación literaria mediante bien logradas descripciones que quedaron, para nuestra fortuna, incluidas en una esforzada cuanto atractiva producción bibliográfica
Enrique Contreras Sierra llena un tomo sabrosamente descriptivo bajo el título Cosas Viejas de mi Tierra, en el que trata del provinciano acontecer del Hermosillo de su tiempo, y comprende sucesos registrados desde los días en que el movimiento revolucionario se esparció por estos rumbos de Sonora.
Mediaba la pasada centuria cuando apareció La Cohetera, mi Barrio, surgida de la pluma de un hermosillense enamorado del terruño, don Moisés Zamora, quien, de paso, heredó a su hijo, Moisés, el Cuervito, el oficio periodístico y el gusto por la crónica de sabor doméstico y deliciosamente familiar.
Otro volumen de crónicas capitalinas, posterior a los de los autores mencionados, se debe a la autoría del hermosillense Fernando A. Galaz. Circuló bajo el título Dejaron Huella en el Hermosillo de Ayer y de Hoy.
Por los años sesenta, la maestra urense, doña Dolores Real de López, logró la edición de su antología de relatos de la región la que dio a conocer bajo el título de Casos y Cosas de mi Tierra.
De Nogales hay que citar los trabajos que en este tenor realizaron el periodista José Pomposo Salazar y don Alberto Monarque.
Otro periodista, Miguel Mexía Alvarado, de Ciudad Obregón, dedicó larguísimas horas de su quehacer para legarnos interesantes artículos de crónica relativos a la región del Yaqui.
Don Gilberto Escobosa Gámez, contemporáneo de estos últimos, acucioso investigador de la historia regional y de la cotidianidad citadina cimentó sólidamente la crónica de nuestra entidad cuyas primeras piedras colocó en la prensa bajo el título de Crónicas Sonorenses.
Nace la Asociación de Cronistas de Sonora
UN DÍA COMO HOY 26 DE ABRIL
1991. Se lleva a cabo la primera reunión de cronistas sonorenses, bajo la presidencia de Gilberto Escobosa Gámez.
La crónica como género literario aparece en Sonora, ya de una manera organizada, a partir de la última década del siglo XX.
Antes de estas fechas pueden citarse algunos nombres, sobre todo de periodistas y de gente afecta a la cultura, cuyos trabajos han significado esfuerzos loables pero aislados a la vez.
La pluma del culto maestro urense, Enrique Quijada, tal vez la de mayor antigüedad en estos antecedentes, escribió dentro de los lindes del género crónica y de los del ensayo, aquel artículo titulado Bazaine, un Hombre al Mar, que mereció ser traducido al francés y publicado por los más grandes periódicos de Francia, para obtener medalla de oro y diploma otorgadas por la Exposición de Paris en 1889.
Algunos años después, en pleno siglo XX, Facundo Bernal, en Hermosillo, desde su imprenta lanza crónicas aderezadas con una chispeante rima como aquel su insuperable Soneto al Menudo.
Doña Enriqueta de Parodi, cumpense, durante las décadas de 1940 y 1950 materializó su inaplazable vocación literaria mediante bien logradas descripciones que quedaron, para nuestra fortuna, incluidas en una esforzada cuanto atractiva producción bibliográfica
Enrique Contreras Sierra llena un tomo sabrosamente descriptivo bajo el título Cosas Viejas de mi Tierra, en el que trata del provinciano acontecer del Hermosillo de su tiempo, y comprende sucesos registrados desde los días en que el movimiento revolucionario se esparció por estos rumbos de Sonora.
Mediaba la pasada centuria cuando apareció La Cohetera, mi Barrio, surgida de la pluma de un hermosillense enamorado del terruño, don Moisés Zamora, quien, de paso, heredó a su hijo, Moisés, el Cuervito, el oficio periodístico y el gusto por la crónica de sabor doméstico y deliciosamente familiar.
Otro volumen de crónicas capitalinas, posterior a los de los autores mencionados, se debe a la autoría del hermosillense Fernando A. Galaz. Circuló bajo el título Dejaron Huella en el Hermosillo de Ayer y de Hoy.
Por los años sesenta, la maestra urense, doña Dolores Real de López, logró la edición de su antología de relatos de la región la que dio a conocer bajo el título de Casos y Cosas de mi Tierra.
De Nogales hay que citar los trabajos que en este tenor realizaron el periodista José Pomposo Salazar y don Alberto Monarque.
Otro periodista, Miguel Mexía Alvarado, de Ciudad Obregón, dedicó larguísimas horas de su quehacer para legarnos interesantes artículos de crónica relativos a la región del Yaqui.
Don Gilberto Escobosa Gámez, contemporáneo de estos últimos, acucioso investigador de la historia regional y de la cotidianidad citadina cimentó sólidamente la crónica de nuestra entidad cuyas primeras piedras colocó en la prensa bajo el título de Crónicas Sonorenses.
Nace la Asociación de Cronistas de Sonora
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